"Mis padres siempre están aprendiendo. Inculcaron a sus hijos el deseo de aprender más", dice Hayley Strobehn, profesora de 2º de primaria de Rock Canyon.
"Y ahora, como madre, me doy cuenta de que los alumnos necesitan profesores que quieran estar a su lado... y aprender de ellos también".
Hayley Strobehn es una profesora excepcional que nos recuerda que inculcar confianza y audacia ante un reto es tan esencial para el aprendizaje permanente como la propia adquisición de contenidos. La confianza en uno mismo y la resiliencia son habilidades, y los mejores profesores son los que creen en ti, incluso cuando no estás preparado para creer en ti mismo.
Entrevisté a Strobehn, preguntándole "por qué enseñar", su filosofía docente, sus esperanzas para los alumnos de su clase y su recomendación de libros para familias con alumnos de primaria.
Lea su entrevista a continuación.
Q. ¿Qué le llevó a dedicarse a la educación?
A. Yo no diría que es un solo profesor. Crecí con educadores. Mis dos padres eran profesores, y mi madre sigue siéndolo. Mis padres siempre están aprendiendo. Por eso, mis padres me inculcaron el deseo de aprender más. Vengo de una familia que valora la educación, con nueve hijos -un hermano y ocho hijas- y todos tenemos estudios universitarios. Creo que es algo importante para una familia con tantas niñas.
También nos inculcaron la creencia de que debemos aportar conocimientos a los demás y buscar a otras personas para ayudarlas.
Siempre me ha encantado. Mientras crecía, era una estudiante que ayudaba a los profesores. Ahora, como madre, me doy cuenta de que los alumnos necesitan profesores que quieran estar a su lado y aprender de ellos.
P: ¿Cuál es su filosofía docente? ¿Cómo enfoca la enseñanza?
R: En mi segundo año, tuve un padre muy duro -y viene de esta experiencia-, pero tienes que llegar a conocer al alumno y quererlo. Ese padre era muy duro y tuve que decirme a mí misma que tenía que ser la mejor profesora posible para sus hijos. Eso es todo lo que puedo hacer. Solo hacer saber a su hijo que está a salvo y que se le quiere.
Desde entonces, eso me ha ayudado con cualquier problema. Quiero que los alumnos sepan desde el momento en que entran en mi aula que me emociona verlos y me alegro de que estén aquí. Siempre saludo y dejo la puerta abierta el mayor tiempo posible. Los saludo a todos por igual, tanto si llegan a tiempo como si llegan tarde, no importa.
P: ¿Cuál es la idea o habilidad más importante que aprenden los alumnos a lo largo del año en su clase?
R: Quiero que mis alumnos sepan que pueden aprender cualquier cosa. De pequeño no me gustaban las matemáticas. Podría haber sido mejor en matemáticas. Y cada año, un alumno llora y me dice: "¡Se me dan muy mal las matemáticas!". Yo les digo: "No, es que todavía no estás ahí".
Hay un alumno que me viene a la mente que demuestra esta idea. Lloraba todos los días durante las matemáticas, así que le hacía sentarse a mi lado. Le decía: "No voy a dejar que suspendas; es que aún no lo has aprendido". Trabajábamos en ello todos los días. Siguió trabajando y, al final del curso, se colocó entre los primeros en los exámenes de matemáticas de final de curso. Y todo gracias a su esfuerzo: sólo necesitaba que le recordaran que podía hacerlo.
Es una cita que tengo expuesta en mi casa. "Puedo aprender cualquier cosa". Lo creo de verdad.
P: ¿Tiene alguna recomendación de libros para los alumnos de segundo curso o sus padres?
R: Todos los lugares para amar. Me encantan los libros que recuerdan a los niños que las cosas que les gustan no disminuyen porque sean diferentes de las que les gustan a sus amigos. Hacen de nuestra clase una comunidad interesante.