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For many parents who have children who might be interested in joining their high school’s eSports team, the ask feels heavy. They may see their child’s interest in games as addictive, isolating, violent, or distracting. This was exactly the situation one Provo mom found herself in when her son, Carter, asked her if he could join the school’s eSports Team.

Deanna, Carter’s mother, could easily see how disconnected her son was with the world around him. His grades were suffering and his social life was sparse. He had friends at school, but those friendships never seemed to translate to meaningful interactions outside of the classroom. Most of his days were spent locked in his room attached to his screen.

After attending a school assembly, her son came home and asked for her permission to join Provo High’s program. The idea of encouraging him to play more video games felt like the wrong direction. However, she was willing to try anything. Deanna swallowed her pride and decided to go along with the one school program her son was excited about.

Like any sports program, Provo eSports requires it’s students to maintain an above average GPA in order to participate in the program. At the beginning, Carter received a probationary waiver from the principal so that he could begin participating while he worked on getting his grades above the minimum GPA threshold. To his mother’s surprise, that didn’t take too long.

Deanna began to see an immediate impact. With a reason to care about school, Carter stopped waking up late and skipping classes. The positive outlook on school translated to better grades and a higher engagement in classwork in general. Deanna recalls hearing her son laughing and socializing on the weekends with friends downstairs and realized that the eSports team was hanging out after-hours. She had always been concerned that her son was disconnected with people around him because of video games. Now, the PHS eSports team was doing just the opposite: Carter had found his tribe, and that had reinvigorated his excitement for life.

As his social life flourished, so did his appreciation for classwork. Before he played for his school’s team, he barely had the drive to show up for most classes. After finishing up with his school year while competing with his teammates, Carter signed up for AP and honors classes.

This change might seem miraculous. However, it appears to be more common than one might first expect.

Students who participate in eSports perform better academically than before they began to participate. This was true for Carter, but has also shown to prove true for the thousands of students nationwide who participate. Being engaged in school in any form is a surefire way to increase academic achievement. More than that, scholarships are available to those who participate and excel, just like other sports.

As eSports became something important to Carter, his mother Deanna began to gain a greater appreciation for the program. When Carter began, she would often find herself explaining away her decision to her friends to allow her son to play more video games than he already was. After she saw his transformation, she realized that she felt an immense amount of pride toward him for his competition-based accomplishments. Much like the mother of a member of the football team, she proudly began to call herself an eSports Mom.

Acceptance and engagement can make all the difference for a high school student. For Carter, being able to participate in the high school experience on his terms changed his grades, outlook, and social life. For many others who are in the Provo High eSports program, their experience is the same.

ESPORTS – Un cambio de juego

Para muchos padres que tienen hijos que podrían estar interesados en formar parte del equipo de eSports de su instituto, la pregunta les parece pesada.  Puede ser que vean el interés de sus hijos por los juegos como algo adictivo, aislante, violento o que les distrae.  Esta fue exactamente la situación en la que se encontró una madre de Provo cuando su hijo, Carter, le preguntó si podía unirse al equipo de eSports de su escuela. 

Deanna, la madre de Carter, podía ver fácilmente lo desconectado que estaba su hijo del mundo que le rodeaba. Sus calificaciones se resentían y su vida social era escasa. Tenía amigos en la escuela, pero esas amistades nunca parecían traducirse en interacciones significativas fuera del aula. La mayor parte de sus días los pasaba encerrado en su cuarto pegado a la pantalla.

Después de ir a una asamblea escolar, su hijo llegó a casa y le pidió permiso para inscribirse en el programa de Provo High. La idea de animarle a jugar más videojuegos se sentía como la dirección equivocada. Sin embargo, estaba dispuesta a intentar cualquier cosa. Deanna se tragó su orgullo y decidió seguir adelante con el único programa escolar que entusiasmaba a su hijo.

Como cualquier programa deportivo, Provo eSports requiere que sus estudiantes mantengan un GPA superior a X para poder participar en el programa. Al principio, Carter recibió una carta de permiso del director para que pudiera empezar a participar mientras trabajaba en conseguir que sus notas superaran el mínimo del GPA. A la sorpresa de su madre, no tardó mucho en conseguirlo.

Deanna empezó a ver un impacto inmediatamente. Al tener una razón para preocuparse por la escuela, Carter dejó de levantarse tarde y de faltar a clase. La perspectiva positiva sobre la escuela se tradujo en mejores notas y en un mayor compromiso con el trabajo en clase en general. Deanna recuerda haber oído a su hijo reírse y socializar los fines de semana con sus amigos, y se dio cuenta de que el equipo de eSports se reunía después de las horas de clase. Siempre le había preocupado que su hijo estuviera desconectado de la gente con la que convivía por culpa de los videojuegos. Ahora, el equipo de eSports de PHS estaba haciendo justo lo contrario: Carter había encontrado su tribu, y eso había revigorizado su entusiasmo por la vida.

Mientras su vida social florecía, también lo hacía su aprecio por el trabajo en clase. Antes de jugar en el equipo de su escuela, apenas tenía ganas de presentarse a la mayoría de sus clases. Después de terminar el curso escolar mientras competía con sus compañeros de equipo, Carter se apuntó a clases de AP y de honor.

Puede parecer que este cambio es milagroso. Sin embargo, parece ser más común de lo que uno podría esperar en un principio.

Los estudiantes que participan en los eSports obtienen mejores resultados académicos que antes de empezar a participar. Esto fue cierto para Carter, pero también ha demostrado ser cierto para los miles de estudiantes de todo el país que participan. Participar en la escuela de cualquier forma es una forma segura de aumentar el rendimiento académico. Además, hay becas disponibles para los que participan y sobresalen, al igual que otros deportes.

A medida que los eSports se convirtieron en algo importante para Carter, su madre, Deanna, empezó a apreciar más el programa. Cuando Carter empezó, a menudo se encontraba explicando a sus amigos su decisión de permitir que su hijo jugara más a los videojuegos de lo que ya lo hacía. Después de ver su transformación, se dio cuenta de que sentía un inmenso orgullo hacia él por sus logros en la competencia. Al igual que la madre de un miembro del equipo de fútbol, empezó a llamarse a sí misma con orgullo mamá de los eSports.

La aceptación y el compromiso pueden marcar la diferencia para un estudiante de secundaria. Para Carter, el hecho de poder participar en la experiencia del instituto a su manera cambió sus notas, su perspectiva y su vida social. Para muchos otros que están en el programa de eSports de Provo High, su experiencia es la misma.

Shauna Sprunger
  • Coordinator of Communications
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