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En un aula de los pasillos de Spring Creek, más de una docena de niños de preescolar se agolpan alrededor de su profesora, la veterana del distrito Denise Johnson. Ella sostiene El ABC de las galletas a la vista de todos, recién adquirida gracias a una minibeca de la Fundación PCSD. 

"¿Alguno de vosotros sabe quién es?", pregunta. Cuando los alumnos gritan: "¡El monstruo de las galletas!", ella sonríe. "Me hace muy feliz que todos conozcáis todavía al Monstruo de las Galletas". 

Johnson acaba de adquirir un nuevo juego de abecedarios para sus alumnos. Cuando empieza a leer, sus alumnos escuchan atentamente. "A es de Delantal, que hace juego con su sombrero. B es de...". A medida que lee las letras y las palabras asociadas, los alumnos repiten como loros sus palabras, participando en la actividad. 

La interacción de Johnson fomenta la conciencia fonémica, una habilidad clave de la lectura temprana, y ayuda a los niños a empezar a establecer conexiones entre sonidos y letras de una forma divertida y atractiva. Al implicarse en el proceso de lectura, aprenden a descifrar las palabras, sonido a sonido, un paso fundamental para leer con fluidez.

Más allá del mero reconocimiento de las letras y los sonidos, los libros del abecedario como éste ayudan a fomentar el amor por la lectura. Los preescolares esperan con impaciencia estas sesiones porque participan activamente en su aprendizaje. El entusiasmo de la profesora es contagioso y ayuda a los niños a sentirse más motivados para seguir aprendiendo. No se trata sólo de las letras: les entusiasma descubrir nuevas palabras, y su curiosidad crece con cada página. 

Al fomentar el entusiasmo, Johnson está construyendo una base sólida para la alfabetización de sus alumnos, ya que los niños que disfrutan de la lectura tienen más probabilidades de seguir aprendiendo y explorando los libros de forma independiente.

A medida que los niños avanzan en preescolar, esta exposición temprana a las letras, los sonidos y el vocabulario nuevo les proporciona una ventaja. Desarrollan un vocabulario más amplio, que les permite una comprensión más profunda a medida que se adentran en textos más complejos. 

Cuando llegan a la guardería, no sólo están familiarizados con el alfabeto, sino que también han aprendido a escuchar los sonidos, a hacer predicciones sobre las palabras y a reconocer patrones en el lenguaje. Estas habilidades les preparan para un mayor éxito cuando continúen su educación.

Alexander Glaves
  • Especialista en Medios Sociales/Marketing
  • Alexander Glaves
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