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Una lista de "palabras que hay que saber" cuelga de la pizarra delante de la clase de segundo curso de Jill Day. Algunas palabras son largas y otras cortas, pero una cosa que todas tienen en común es el hecho de que estos alumnos de segundo curso son maestros a la hora de definirlas, deletrearlas y representarlas.

Una lección de vocabulario aburrida apenas existe en la clase de la Sra. Day, ya que ella permite a sus alumnos expresar lo que significan estas nuevas palabras mediante acciones. Para ello, primero repasa la lista de palabras y las dice en voz alta con la clase, teniendo cuidado de pronunciar cada sílaba y vocal. Una vez que la clase se siente cómoda con la nueva palabra, deciden una acción que la represente. Cuando a todas las palabras se les ha asignado una acción, puede comenzar la diversión.

A medida que Day pronuncia al azar las palabras de su lista, los alumnos deben apresurarse y realizar la acción que la acompaña. Hacerlo les ayuda a recordar la palabra y su significado. A continuación, Day cambia las cosas a mitad de la lección y hace que un alumno pase al frente de la clase. El alumno seleccionado realizará entonces la acción mientras el resto de la clase intenta adivinar la palabra que le corresponde. Para terminar la lección, los alumnos cogen sus diarios y hacen dibujos que vayan con las palabras que acaban de aprender.

Esta lección de vocabulario no sólo es divertida y atractiva, sino que también ayuda a cumplir la norma 3 de fonética y reconocimiento de palabras. Esta actividad continuará a lo largo del año a medida que se presenten nuevas palabras a la clase y se incluyan en la lista de "palabras que hay que conocer".

Madison Bliss
  • Madison Bliss
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